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Día Internacional contra la Mutilación Genital Femenina (MGF): Entrevista con Fundación Wassu-UAB

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¿Qué es la MGF? / ¿Qué tipos hay? / ¿Cuál es la más frecuente? 

La Mutilación Genital Femenina (MGF) es una práctica tradicional perjudicial con fuertes y ancestrales raíces socioculturales. Según la Organización Mundial de la Salud, comprende aquellos procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos. 

Internacionalmente reconocida como una extrema violación de los derechos humanos, la MGF perpetúa la desigualdad de género y la discriminación, afectando seriamente la salud y el bienestar de mujeres y niñas. UNFPA estima que más de 200 millones de mujeres y niñas que viven actualmente han sufrido esta práctica y alrededor de 68 millones de niñas se enfrentan a la mutilación genital femenina para 2030 si no aceleramos nuestros esfuerzos para abandonarla. 

La Organización Mundial de la Salud clasifica la MGF en cuatro tipos, en función de su extensión anatómica y severidad: 

• Tipo I: La circuncisión (del griego “incisión”) es definida como “la eliminación del prepucio del clítoris, con o sin amputación parcial o total del clítoris”. En la literatura médica, es denominada “clitoridectomia”. En la cultura islámica, se conoce como sunna (tradición) y suele equipararse a la circuncisión masculina. 

o Tipo Ia: Resección del prepucio/capuchón clitoridiano (circuncisión) 

o Tipo Ib: Resección del clítoris con el prepucio (clitoridectomía)Tipo II: resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin excisión de los labios mayores (excisión). 

• Tipo II: La escisión (del griego, “corte”) implica “la resección parcial o total del clítoris y puede incluir el corte de los labios mayores y menores”. 

o Tipo IIa: Resección de los labios menores solamente. 

o Tipo IIb: Resección parcial o total del clítoris y de los labios menores. 

o Tipo IIc: Resección parcial o total del clítoris, de los labios menores y de los labios mayores. 

• Tipo III: La infibulación (o circuncisión faraónica, del latín “fibula”, pinza) consiste en “el estrechamiento o sellado de la apertura vaginal mediante el corte y recolocación de los labios menores, y a veces también de los labios mayores, con o sin resección del clítoris”. Se dejan dos pequeños orificios para la salida de orina y sangre menstrual. 

o Tipo IIIa: Resección y aposición de los labios menores con o sin escisión del clítoris. 

o Tipo IIIb: Resección y aposición de los labios mayores con o sin escisión del clítoris. 

• Tipo IV: todos los demás procedimientos lesivos de los genitales externos con fines no médicos como, por ejemplo: 

o Punción, piercing o incisión en el clítoris y/o los labios; 

o Elongación del clítoris y/o los labios; 

o Cauterización (burning) del clítoris y del tejido adyacente; 

o Raspaduras (cortes tipo angurya) del orificio vaginal o corte (cortes tipo gishiri) de la vagina; 

o Introducción de sustancias corrosivas en la vagina para causar sangrado, o hierbas en la vagina con la intención de estrecharlo (dry sex o introducción de cocaína en la vagina); 

o Cualquier otro procedimiento que se pueda incluir en la definición de MGF. 

¿En qué países ocurre? / ¿Por qué sigue sucediendo? 

La MGF es un fenómeno que acompaña a los movimientos migratorios de las personas a nivel mundial. Por este motivo, aunque está presente en 30 países del África subsahariana, Oriente Medio y Asia, es una práctica que viaja y se encuentra presente también en los países del continente europeo, de América del Norte, de Australia y de Arabia Saudí, territorios que reciben mujeres migrantes de los países donde originalmente se realiza la MGF. 

En África, la práctica ha sido documentada históricamente y las agencias internacionales del sistema de Naciones Unidas han trabajado en la medición de su prevalencia. Es importante señalar que no todos los grupos étnicos que viven en estos países practican la MGF, ni todas las etnias practicantes, siguen el mismo procedimiento. 

La prevalencia de la MGF también se ha estimado en países de Oriente Medio como Iraq (WADI, 2010), Irán (Ahmadi, 2015) o Yemen (USDS, 2001) y en un país asiático, Indonesia (Budiharsana, 2003). En estos territorios se han registrado datos que confirman que la práctica se realiza en distintas áreas y regiones, y en Indonesia, se confirma el supuesto de que la MGF está medicalizada (la practican los propios profesionales de la salud en hospitales o centros de salud). 

Aunque la prevalencia no se haya estimado, la MGF también se ha detectado en Malasia (Dahlui, 2010), donde el procedimiento, igual que en Indonesia, está medicalizado y en Omán (Al Hinai, 2014), donde estudios a pequeña escala sugieren una prevalencia generalizada de la práctica. La MGF también ha sido identificada y contrastada en algunos grupos étnicos de Sri Lanka (OFPRA, 2015), entre los Emberá-Chamí y los Nasa de Colombia (FNUAP-Colombia, 2011), y entre la comunidad de los Dawoodi Bohra de la India (Sahiyo, 2016). Recientemente, se han reportado casos de MGF (aunque no han sido contrastados) en tribus locales de los Emiratos Árabes (Marzouqi, 2011), en un pueblo de Jordania limítrofe con Israel (Charkasi, 2012), en Siria (Geraci, et.al., 2016), en cinco áreas montañosas del Daguestán al norte de la región del Cáucaso, en Rusia (según el informe de Russian Justice Initiative) y por parte del grupo étnico de los Avar, ubicados al este de Georgia (IWPR, 2017). 

La MGF es un tema extremadamente complejo, sensible y politizado, difícil de entender solamente a través de definiciones normativas, clasificaciones y/o delimitaciones geográficas. Es necesario contar con una mirada antropológica del fenómeno para obtener una comprensión de su significación que permita abordar el tema con conocimiento y respeto. 

La MGF tiene un gran significado simbólico para las comunidades que la practican. En África, se vincula con dos valores básicos de la cultura: el sentimiento de pertenencia a la comunidad y la complementariedad entre los sexos. En algunas sociedades, la práctica sigue formando parte de ceremonias de iniciación a la edad adulta, influyendo directamente en la construcción de los roles y el estatus de las mujeres, otorgando identidad étnica y de género. Transmite un sentimiento de orgullo y de pertenencia al grupo, y se convierte en la prueba física que garantiza la feminidad de la niña y la obtención del conocimiento necesario para poder pertenecer a la comunidad y al mundo secreto de las mujeres (Kaplan, 1998; Kaplan, et al., 2013a). 

¿Cuáles son las consecuencias culturales, sociales, clínicas, o de satisfacción con la vida personal/sexual de las niñas y mujeres afectadas? 

Consecuencias socioculturales 

La MGF forma parte de unos valores tradicionales que buscan la aceptación social de las niñas dentro del grupo y, en general, el bien colectivo. Las comunidades practicantes creen que su práctica protege la posición social de las niñas y previene a las mujeres contra peligros sociales y económicos. No realizarse la práctica puede exponer a las mujeres y niñas a sufrir el estigma impuesto por el resto de la comunidad, así como el posible abandono o la negativa de contraer matrimonio. 

Consecuencias para la salud 

Todos los tipos de MGF conllevan consecuencias perjudiciales para la salud y el bienestar de recién nacidos/as, niñas y mujeres a lo largo de sus vidas. La práctica tiene un impacto negativo en la salud materno-infantil, incrementando el riesgo de complicaciones obstétricas y muertes neonatales. 

Consecuencias inmediatas: Dolor severo, shock, hemorragias, retención de orina, infecciones tales como tétanos o sepsis, etc. 

Consecuencias a largo plazo: Dolor crónico, infecciones vesicales y urinarias recurrentes, cicatrices queloides, fibrosis, esterilidad, trauma psicológico, VIH/SIDA, etc. 

Ver: “Mutilación Genital Femenina – Manual para profesionales” (Kaplan, 2017). Apartado 1.4: Consecuencias para la salud (p.30). 

Consecuencias psicosexuales 

A lo largo de los años hemos visto que cada experiencia es distinta y que no todas las mujeres han padecido las mismas consecuencias. Los estudios disponibles sobre las consecuencias psicosexuales de la práctica, mencionan disfunciones sexuales debido a la extirpación del clítoris y los labios menores, así como dificultades en la penetración, dificultades de estimulación y dolor en las relaciones. La excitación de las mujeres es diferente según el tipo de intervención que hayan sufrido y cómo vivan su sexualidad en términos psicoemocionales. 

Los daños físicos y psicológicos, junto con el dolor, pueden dificultar que se disfrute de una vida sexual satisfactoria (falta de deseo sexual y menor placer sexual, ansiedad ante la penetración, dificultades en la lubricación, mayor dificultad para conseguir al orgasmo, menor frecuencia de orgasmos, etc.). A su vez, se pueden dar cuadros de ansiedad y depresión crónica por la preocupación del estado de los genitales, por dismenorrea intratable, por el dolor que se siente durante las relaciones sexuales y por el miedo a la infertilidad. Además, las mujeres a las que se les ha realizado una MGF, que viven en sociedades donde esta práctica no es habitual, pueden llegar a tener problemas en el desarrollo de su identidad sexual y sentimientos de culpabilidad y traición por no tener unos genitales con los que puedan disfrutar de su vida sexual. La presión social por un pleno disfrute sexual en sociedades occidentales puede conllevar conflictos psicológicos que impliquen dificultades añadidas, en particular a las adolescentes y mujeres jóvenes. 

¿Qué barreras existen al tratar de eliminar esta práctica en los países donde sigue sucediendo? 

La MGF forma parte de un rito de paso a la edad adulta, es un rito de iniciación, aunque muchas veces se realice antes de la pubertad fisiológica. Aun así, hay que recordar que existen diferencias contextuales en cada grupo étnico. 

Ver: Mutilación Genital Femenina –Manual para profesionales (FW, 2017). Apartado “La MGF como rito de paso”, (p. 36-37). 

La MGF es una tradición ancestral fuertemente arraigada en las comunidades que la practican. La decisión de abandonarla no se logra después de una sensibilización o taller, sino con un trabajo constante, construyendo relaciones desde la confianza y el diálogo intercultural. No tenemos un tiempo determinado, no presionamos a las comunidades para que nos digan que ya no realizarán la práctica, sino que damos tiempo, repasamos conceptos, conversamos y analizamos lo que dicen. 

¿Qué estrategias satisfactorias se han seguido en ciertas comunidades/estudios/ países concretos, que se puedan escalar a otros lugares? 

La metodología de Wassu es pionera e innovadora, basada en evidencia científica, holística, respetuosa y sostenible. La propuesta se centra en la apropiación, el fortalecimiento institucional, la concentración sectorial, el alineamiento con las políticas locales y planes estratégicos. 

El conocimiento generado y adquirido en terreno a través de la investigación aplicada, es transferido en cascada a las instituciones (Asamblea Nacional, Parlamento, Gobierno, poder Judicial) y agentes sociales claves (profesionales y estudiantes de ciencias de la salud, servicios sociales y educativos, jueces y magistrados, líderes comunitarios y religiosos, comadronas tradicionales y circuncidadoras) para que sean ellos y ellas quienes, a su vez, transfieran el conocimiento en sus comunidades, promoviendo acciones preventivas y empoderando a las personas como agentes de cambios positivos en sus entornos. En el centro de esta propuesta hay una certeza fundamental: cada ser humano tiene el derecho a participar, de manera informada, en todas las decisiones que afectan a su vida y su salud. 

Esta estrategia está alineada con las políticas locales y los planes estratégicos internacionales, contribuyendo al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, específicamente, el ODS 3. “garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades”; ODS 5. “lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas”, y la meta 5.3. “eliminar todas las prácticas tradicionales perjudiciales, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina”. 

La Metodología diseñada e implementada en Gambia ha sido exportada a Kenia, Tanzania y Senegal. Siguiendo el modelo aplicado en Gambia, se firmaron Memorandos de Entendimiento con Moi University en Kenia; en Tanzania con Kilimanjaro Christian Medical University College (KCMUCO), University of Dodoma (UDOM), y Muhimbili University of Health and Allied Sciences (MUHAS); en Senegal con la Université Assane SECK de Ziguinchor / UFR Sciences de la Santé. 

En el caso de Kenia y Tanzania, se implementó la integración de la MGF en el Currículum Académico de las facultades de medicina, enfermería y salud pública de las universidades, adaptando los diez módulos del Manual de Gambia a los contextos locales, promoviendo la cooperación sur-sur. En 2014 se elabora el manual adaptado y en 2015 se forma al profesorado en materia de MGF para que sean ellos y ellas quiénes transmitan los conocimientos a los y las estudiantes universitarios/as. 

En el caso de Senegal, en 2018 se iplementa un estudio socio-antropológico sobre ritos de paso en relación a la MGF en Casamance, traducido al francés para una mayor difusión de los resultados entre los agentes locales que intervienen en la prevención de la MGF en el país. Paralelamente, se ha impulsado la implementación de un estudio sobre Conocimientos, Actitudes y Prácticas (CAP) a comunidades en la misma región y, entre 2019 y 2020 se ha trabajado en la adaptación del contenido del manual al contexto senegalés. 

¿Qué es lo que más os preocupa de que siga sucediendo la MGF? ¿Por qué deberíamos todas ser activistas para su eliminación? 

La MGF es una práctica que viola los derechos humanos fundamentales de las mujeres a la vida y el bienestar general. En las comunidades practicantes, al ser una tradición arraigada culturalmente, el cambio es lento, ya que se tiene que ir viendo cuál es la actitud de las nuevas generaciones. Lo que nosotras valoramos más positivamente es el impacto de las formaciones y sensibilizaciones que empoderan a las personas, convirtiéndolas en agentes de cambio. Estas acciones permiten un proceso de cambio sostenido en el tiempo que tiene efectos positivos en la vida de muchas mujeres y niñas. Es esencial ofrecer la información necesaria para que las personas puedan tomar decisiones libremente de forma consciente, el cambio no se puede imponer. 

La importancia de la concienciación de la población civil es necesaria para evitar actitudes culpabilizadoras y amenazantes, posturas agresivas y actitudes de juicio, es imprescindible tener cuidado y respeto al hablar del tema. 

¿De qué manera se puede estudiar/intervenir en este tema desde una investigación descolonial? ¿Creéis que es un problema de perspectivas que se puede malinterpretar en algunas circunstancias? 

Siguiendo las respuestas anteriores, la metodología Wassu se basa en transferir el conocimiento que adquirimos a través de la investigación aplicada, de una forma respetuosa con la cultura. Tenemos una base de evidencias científicas que sustenta lo que decimos, eso hace que las personas nos escuchen. No les decimos directamente que no practiquen la MGF, sino que les explicamos las consecuencias negativas que tiene la práctica para la salud de mujeres y niñas, además de las implicaciones legales. De esta forma, las personas pueden decidir de manera independiente y con argumentos. 

En Wassu tenemos la certeza de que los verdaderos cambios no se pueden imponer, tienen que surgir como decisiones de las propias personas afectadas para que sean sostenibles. Siguiendo nuestra metodología, el conocimiento obtenido en el terreno se transfiere en cascada a instituciones y actores clave, empoderándoles para que sean ellos/as quienes lo transfieran a las comunidades. Es por eso que ponemos tanto énfasis en la transferencia del conocimiento, para que tomen decisiones informadas. 

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